Pandemia, ¿y después?
Por Ricardo Sapei, concejal mandato cumplido de San Francisco, representando al bloque “Córdoba Podemos”
Estamos transitando el escenario de una pandemia para la que nadie estaba preparado, y no es posible prever cuándo ni cómo termina. En que la única certeza es la incertidumbre, y es de carácter mundial, agravado en nuestro país por cuatro años de vigencia de políticas neoliberales que arrojaron resultados catastróficos en los indicadores económicos y sociales, nivel de pobreza, desocupación, deuda impagable, sistemas de educación, salud, ciencia y técnica, quiebra de pymes, etc.
Sin embargo, en medio de la gravedad de esta crisis y su incertidumbre, empiezan a desnudarse cuestiones que generan algunas bases a partir de las cuales comenzar a discutir el modelo de sociedad en el que queremos vivir.
En un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), se indica: “La pandemia ha hecho visibles problemas estructurales del modelo económico y las carencias de los sistemas de protección social y los regímenes de bienestar que hoy nos están resultando muy caros, por ello debemos avanzar hacia la creación de un Estado de bienestar con base en un nuevo pacto social que considere lo fiscal, lo social, y lo productivo”.
Y esto nos remite a repensar el modelo de país, que ha avanzado, desde la puesta en vigencia de las mismas políticas neoliberales desde el año 1976 con la dictadura de Videla y Martínez de Hoz, en un proceso de creciente inequidad, con ricos que son cada vez más ricos y con amplios sectores populares con altísimos niveles de pobreza y exclusión social. En todo este tiempo, el crecimiento de la riqueza fue altísimo, lo que nos permite afirmar que esta inequidad no es producto de la falta de recursos, sino de la perversa distribución de la abundancia.
El modelo económico social se fundamenta en la forma en que se establece el sistema de acumulación y de distribución. Y una herramienta esencial es la política impositiva.
Un país que basa su política impositiva en los impuestos al consumo, que tienen un carácter de horizontalidad, es decir, que en la compra de un producto determinado, paga el mismo IVA la persona más rica del país, que el jubilado que cobra la jubilación mínima o que el desempleado, hace que el mayor peso relativo lo soporten quienes menos tienen.
Veamos lo que ocurre en Argentina. Según un reciente informe del IARAF, en 2019 la recaudación de IVA e Ingresos Brutos, alcanzó el 10,3 por ciento del PBI. Ambos impuestos directos al consumo. En cambio, los impuestos a las Ganancias de las empresas y las personas, más el impuesto sobre los bienes personales, es decir, los que gravan la riqueza, que tienen característica de verticalidad y que debieran aportar a una mayor justicia distributiva, alcanzaron en conjunto sólo el 5,3 por ciento del PBI.
Resulta evidente la desproporción de la carga impositiva que recae sobre los contribuyentes, donde el peso relativo más fuerte lo afrontan los sectores de menor capacidad contributiva.
Nos planteamos: ¿No será el momento de empezar a discutir una reformulación de la política impositiva, para direccionar esta herramienta al servicio de una sociedad equitativa y solidaria? Estamos convencidos que sí.