Educación a distancia y brecha digital

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Por Claudio Alexis Chiechi
Presidente del Tribunal de Cuentas de la Municipalidad de Río Segundo (Cba)
Profesor y Licenciado en Educación Física | Especialista en Políticas Socio-Educativas

Medidas como el aislamiento social, obligatorio y preventivo han salvado muchas vidas, pero también han cambiado nuestras relaciones laborales, sociales y culturales.
La educación como medio para la apropiación de la cultura no está exenta, más aun la educación básica obligatoria, acostumbrada al acto educativo presencial en su lugar por excelencia, la escuela.
La última dictadura militar y los sucesivos gobiernos de corte liberal como el Menemismo descentralizaron el sistema educativo, cargando gran parte de la responsabilidad de la inversión educativa a las provincias. Los diferentes proyectos de país que han gobernado desde el retorno de la democracia han repercutido en la inversión educativa, los procesos neoliberales de forma negativa, los procesos nacionales y populares de forma ampliatoria de derechos.
El proyecto político-económico que gobernó durante el periodo 2003-2015 permitió un progreso social ascendente, debido la bonanza económica que se vivió, que también repercutió a nivel matricular en el sistema educativo. La clase media alta de la población opto por pagar una educación privada, mientras la clase baja y media baja, a la que le costaba ingresar al nivel medio sobre todo, pudo hacerlo.
Hubo un proceso de universalización del ingreso al sistema sobre el nivel primario y un aumento considerable al nivel secundario. Lamentablemente, en el periodo 2015-2019 se pauperizaron las condiciones de vida de la mayoría de las y los argentinos como resultado de la política económica neoliberal. Hubo ajuste de todo tipo y la educación no fue la excepción.
Ante la situación de aislamiento se hace necesaria la educación a distancia, por medio virtual, lo que encuentra múltiples dificultades y expone desigualdades económicas y la brecha digital entre sectores sociales, poniendo en jaque la noción de igualdad y justicia educativa.
Un sector de nuestra sociedad no posee una computadora portátil o de hogar, la mayoría tienen celular pero no tienen conexión a internet. Esta situación acentúa los circuitos de escolarización diferenciados, según se asista a una escuela privada o pública, inclusive con diferencias entre escuelas públicas, repercutiendo en el acceso a la oferta educativa y perjudicando el proceso de ampliación cultural.
Esta pandemia ha puesto al descubierto la necesidad de la continuidad de programas como Conectar Igualdad. Sin ir más lejos, quien escribe lo hace desde una netbook entregada por ese programa.
Se hace necesario repensar el rol del estado para ampliar derechos procurando evitar desigualdades digitales, educativas y culturales. La política, herramienta por excelencia para mejorar la vida de la ciudadanía, puede comenzar a considerar la posibilidad de una computadora portátil como política focalizada y en el acceso a la red como política masiva, para evitar brechas digitales que promueven desigualdades culturales devenidas por desigualdades económicas. Debemos comenzar a romper ese círculo vicioso construyendo un círculo virtuoso donde el proyecto de país contemple una política-económica que redistribuya riqueza y amplie derechos, mejorando las condiciones estructurales y coyunturales que posibiliten una educación de calidad, que nos permitan un mejor futuro a todos y todas.

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